Nunca más
La conmemoración de los treinta y dos años del inicio de la última dictadura militar no tiene que ser sólo un repaso histórico de la época más lamentable que vivió la Argentina, sino que se debe, a partir de esa experiencia, mirar al futuro para trabajar en forma conjunta en la construcción de un país mejor.
El golpe de Estado que las Fuerzas Armadas ejecutaron el 24 de marzo de 1976 significó la interrupción del orden constitucional al derrocar un gobierno, que si bien se encontraba sumido en una crisis extrema, había sido elegido por el pueblo.
El golpe de Estado que las Fuerzas Armadas ejecutaron el 24 de marzo de 1976 significó la interrupción del orden constitucional al derrocar un gobierno, que si bien se encontraba sumido en una crisis extrema, había sido elegido por el pueblo.
El aterrador número de muertos, desaparecidos, presos y desterrados fue la cruel cifra de los delitos atroces que cometieron aquellos militares, cuando ignoraron la democracia al censurar a la prensa y suprimir los partidos políticos y las derechos y libertades públicas.
La implementación del terror más profundo que conoció la Argentina tres décadas atrás, aún hoy está, de alguna manera, presente en la sociedad actual. Por ejemplo, no son pocos los que en ciertas ocasiones sienten miedo y dudan al querer expresar sus ideologías en público. Por ende, todavía es necesario trabajar para que exista verdaderamente el respeto a los derechos individuales y civiles, que son obligaciones permanentes de la república democrática y de todas sus instituciones.
Detenerse en el pasado no sólo debe servir para juzgar la acción de personas y grupos sociales sino también para la edificación institucional presente y futura.
Es decir, los derechos ciudadanos estarán siempre incompletos si no existe la justicia social, desde el derecho a la protesta hasta la distribución equitativa de las riquezas. No habrá verdadera democracia si las mayorías no gozan de la plenitud de oportunidades. Porque no se trata sólo de conquistar formalmente la democracia sino de que ésta sea capaz de representar adecuadamente las aspiraciones políticas de los ciudadanos y resolver los problemas que afectan al pueblo.
La implementación del terror más profundo que conoció la Argentina tres décadas atrás, aún hoy está, de alguna manera, presente en la sociedad actual. Por ejemplo, no son pocos los que en ciertas ocasiones sienten miedo y dudan al querer expresar sus ideologías en público. Por ende, todavía es necesario trabajar para que exista verdaderamente el respeto a los derechos individuales y civiles, que son obligaciones permanentes de la república democrática y de todas sus instituciones.
Detenerse en el pasado no sólo debe servir para juzgar la acción de personas y grupos sociales sino también para la edificación institucional presente y futura.
Es decir, los derechos ciudadanos estarán siempre incompletos si no existe la justicia social, desde el derecho a la protesta hasta la distribución equitativa de las riquezas. No habrá verdadera democracia si las mayorías no gozan de la plenitud de oportunidades. Porque no se trata sólo de conquistar formalmente la democracia sino de que ésta sea capaz de representar adecuadamente las aspiraciones políticas de los ciudadanos y resolver los problemas que afectan al pueblo.
El recuerdo de los 32 años del golpe tiene que, además de revivir la memoria, ser una mirada hacia el futuro. La democracia se consolidó pero presenta todavía déficits importantes que es necesario superar para mejorar la representación política de los ciudadanos y las posibilidades de crecimiento económico.
Links de interés:
http://www.me.gov.ar/efeme/24demarzo/index.html
http://www.24demarzo.gov.ar/html1976.htm
http://www.sinolvido.org/
http://www.abuelas.org.ar/
*Por Daniela Pérez González
