jueves, 22 de noviembre de 2007

Yo soy mi propia mujer


Una obra protagonizada por Julio Chávez


“Jamás pensé que alguien podría hacerme ver cosas que nunca imaginé tener”, fueron las palabras que le dijo a su querida tía, Charlotte von Mahlsdorf, un travesti que vivió en Berlín del Este durante el régimen nazi.


La obra protagonizada por el director y actor de cine y teatro, Julio Chávez, muestra la vida de un extravagante personaje que se hizo conocido por coleccionar fonógrafos, relojes y muebles de la época de Wilhelm II, para recordar su pasado.

Yo soy mi propia mujer, es una obra contada por la propia Charlotte, donde ella acepta ser entrevistada por director de cine Doug Wright, para hacer una película sobre su vida.

Charlotte, un hombre que decide vivir como mujer, sufrió los maltratos de un padre golpeador, apegandose a su madre y a su tía, para luego lograr marcar la diferencia en una época donde todo el mundo tenía miedo. Así, mientras funcionaba el museo de antigüedades en su casa, tenía un cabaret en el subsuelo, que se mantuvo hasta la caída del muro.

Bajo una escenografía escueta y con un excelente monólogo de Chávez, quien interpreta al director y a la propia Charlotte, la obra logra crear un clima de conmoción hasta el final.

Yo soy mi propia mujer, es la búsqueda de la identidad, una identidad controvertida que a pesar de transgredir el régimen nazi termina llevando a Charlotte a ser espía secreto de la Stasi para poder sobrevivir.
Hoy en día el museo es visitado por miles de personas en Berlín y esa mujer se puede ver en cada objeto de la casa.


Por Antonella Tártalo

domingo, 18 de noviembre de 2007

El turno de Natalia






Natalia Pastorutti debutará como solista en La Trastienda el 28 de noviembre.



Luego de una gira promocional por Córdoba, Mendoza, Rosario y Santa Fe, la hermana menor de La Sole se enfrentará por primera vez al público porteño. El show, que será el 28 de este mes a las 21 horas en la sala de Balcarce 460, contará con algunos invitados especiales.

Paralelamente, Natalia lanzó el video clip del primer corte del álbum, "Dos caras de una moneda". El clip fue dirigido por Patricia Byrne y Alfonso De Lazzari, y la filmación en exteriores se realizó en un castillo de La República de los Niños y en el Parque Pereyra Iraola, en las afueras de la ciudad de La Plata.




Las entradas ya están a la venta en La Trastienda, Balcarce 460, o por Ticketek al 5237-7200.


Mesas (Filas 1 a 3) : $50
Mesas (Filas 4 a 7): $40

Mesas Laterales: $30
Mesas Altas Laterales: $20
Mesas Entrepiso: $30

General de Pie: $20


*Por Daniela Pérez González

jueves, 15 de noviembre de 2007



El juguete rabioso, de Roberto Arlt


¡Qué chaval!..


Un adolescente que intenta escapar de la pobreza, pero no logra más que una sucesión de fracasos que lo sumergen en un profundo pesimismo. Una historia publicada en 1926 que no pierde actualidad.


Para algunos chicos no existen las escondidas, la mancha, el tobogán ni la pelota; a la edad de los juguetes ya tienen responsabilidades de mayores. Ese el caso del protagonista de la primer novela del escritor porteño Roberto Arlt, El juguete rabioso.

Con sólo 14 años, Silvio Astier se encuentra obligado a asumir un rol de adulto, porque las circunstancias socioeconómicas familiares le niegan la posibilidad de transitar a un ritmo normal el pasaje de la niñez a la adultez.




Esbozada en las cierras cordobesas y publicada, luego de varios intentos, en 1926 por la Editorial Latina, esta es una obra realista con rasgos autobiográficos y picarescos y una narrativa sólida.

Arlt, considerado como el primer escritor profesional argentino, nació en 1900 en el barrio de Flores y tuvo, al igual que su personaje, una infancia y una adolescencia difícil, marcadas por un mismo denominador común: el fracaso como respuesta a todos sus emprendimientos.

Una mala relación con su padre, la expulsión del tercer grado del colegio y de la Escuela de Mecánica de la Armada y los numerosos trabajos son factores que, de manera similar, se repiten en la historia de Astier, ambientada en una Capital Federal tirana y oscura.

La necesidad lo hizo a Arlt pintor, ayudante en una librería, aprendiz de hojalatero, peón en una fábrica de ladrillos y lo llevó también a lanzarse como inventor, aunque sin suerte. Llegó a patentar unas medias reforzadas con caucho, que nunca fueron comercializadas.

Autodidacta, Arlt se inició en el periodismo- trabajando para los diarios Crítica y El Mundo- con 16 años, edad a la que dio a conocer su primer cuento Jehová, con el que comenzó su carrera de escritor, que se consolidaría con El juguete rabioso.

Estructurada en cuatro partes, esta novela toca interesantes problemáticas urbanas. La marginalidad, la inmigración, la delincuencia y las aspiraciones de movilidad social son los temas que, combinados, vuelven rica a esta historia.

En su lucha por escapar de la miseria y ocupar un lugar mejor en una ciudad marcada por la crisis de los proyectos modernizadores del siglo XIX, el personaje principal cae en la delincuencia.

Rodeado de personas ruines y envuelto en situaciones desesperadas, Astier nunca alcanza una mejoría en su situación dentro de la sociedad, lo que lo ata con nueve pernos-como dice el mismo adolescente- a un fuerte pesimismo. Ese resentimiento provocado por sus repetidas frustraciones lo hace tomar, finalmente, un camino de orgullo y venganza.

El juguete rabioso propone una atractiva reflexión sobre las sociedad argentina, la condición humana e incluso lleva a preguntarse qué sucede cuando una persona pierde esa etapa de inocencia y pureza, la niñez.

Novelista, pero también dramaturgo, Arlt es autor de Los siete locos, Teatro completo, El jorobadito, Aguafuertes porteñas, El lanzallamas y Aguafuertes españolas, entre otras obras.

En la biblioteca de su barrio, Arlt conoció el comunismo de la mano de Karl Marx y León Trotsky y también lo fascinaron autores como Franza Kafka, Charles Baudelaire y Fiódor Dotoievski.

Murió con tan solo 42 años de un paro cardíaco. Al día siguiente se publicó su última nota en El Mundo: Paisaje de las Nubes.



*Por Daniela Pérez González

martes, 13 de noviembre de 2007


MUSEO DE LA REVOLUCIÓN

Ideología y literatura

Martín Kohan narra la represión y las ideas revolucionarias
a partir del testimonio de un joven militante de los años 70.
El ensayo y la ficción se interponen en su sexta novela.

La literatura sobre la última dictadura es tanta que resultaría muy difícil agregar algo significativo a la larga lista de títulos que intentan reflejar la historia del horror.
En Museo de la Revolución, Martín Kohan intenta mostrar los pensamientos ideológicos de un militante revolucionario de aquella época. Para contarlo utiliza tres historias diferentes que por momentos se conectan y al final forman una misma. Por un lado, un joven de la izquierda socialista, Rubén Tesare, viaja en 1975 hacia Laguna Chica, un pequeño pueblo cordobés, para encontrarse con un compañero que bajaría desde el monte tucumano para recibir un bolso. El problema aparece cuando este no llega a la cita y Tesare cumple la orden de su organización de esperarlo un día más y desacata la indicación de pasar inadvertido cuando conoce a una pasajera con la que compartirá la habitación del hotel. Por otro, veinte años después, Marcelo, un editor argentino, viaja a Cuidad de México para negociar algunos títulos y evaluar la posibilidad de editar las notas de Tesare, desaparecido durante la última dictadura, que las conserva Norma Rossi, una misteriosa mujer argentina exiliada durante los años 70, con la que Marcelo tendrá una relación “amorosa”.
La tercera historia son las reflexiones que Tesare escribía en el cuaderno Gloria azul sobre textos de Marx, Lenin, Engels y Trotsky y la historia íntima de aquel viaje a Laguna Chica. Aquí Kohan utiliza a Norma Rossi, quien le lee a Marcelo en cada encuentro de manera obsesiva, para realizar una especie de ensayo sobre los pensamientos comunistas dentro de la novela.
El autor acierta al elegir los tiempos y espacios de cada de cada narración y logra hacer más entretenido el relato. No es casual que Marcelo viva en el año 1995, en pleno mandato menemista, y Tesare en una década marcada por el horror y el terrorismo de Estado.
El libro no está constituido por capítulos ni fragmentaciones, sino que las aventuras de Marcelo en México están contadas en primera persona y las de Tesare en tercera, intercalándolas con un punto y aparte. Además, aparece desde la voz de Norma Rossi, que lee en el auto, en un restaurante, en el hotel, y hasta en la propia tumba de Trotsky, el análisis sobre textos de la revolución, como Bolchevismo y stalinismo de Trotsky, Las tareas de la revolución de Lenin, Manifiesto del Partido Comunista, de Marx y Engles, entre otros.
Por momentos le da demasiada importancia a las transcripciones literarias, es decir pasa más de veinte páginas sin hablar de otra cosa, transformándolo en un ensayo, y se olvida de que es una novela y quizás el lector quiera saber qué ocurrió con Tesare.
Recién en las últimas páginas uno se entera cuál fue el destino del joven militante y qué pasó esa noche en Laguna Chica.
En ese momento, Kohan intercala el diálogo con el monólogo para contar minuciosamente la resolución de la novela, que al principio hubiese sido inesperada, y logra un encuentro entre el lector y el autor.
Kohan es escritor y profesor, tiene 40 años y se inició en la literatura con La pérdida de Laura, una novela debut a la que siguió Muero contento, un volumen de cuentos cortos. Después llegaron las novelas históricas –El informe y Los cautivos–, otro libro de cuentos, dos de ensayos y sus últimas novelas: Dos veces junio y Segundos afuera. Ahora esa mezcla de estilos en la literatura parecen conjugarse: Museo de la Revolución, como bien lo explica el título es un gran museo de ideologías, donde mezcla el ensayo con la ficción e incurre básicamente en la reconstrucción histórica.

María Belén Videla

jueves, 1 de noviembre de 2007

Fotografi-ARTE


Una recorrida por el Centro Cultural Borges y las Galerías Pacífico

Detrás de escena visitó el Centro Cultural Borges y hoy recomienda la muestra Contrastes, de Martha Elisetch.

Esta exposición de fotografía, que puede verse desde el 26 de octubre hasta el 18 de noviembre, encuentra su lugar en el Centro Cultural Borges, situado en las prestigiosas Galerías Pacífico de la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en Viamonte esquina San Martín.

Este lugar fue creado, a la manera del Bon Marché de París, por los arquitectos Francisco Seeber y Emilio Bunge. Así, al estilo europeo, las Galerías ofrecían las últimas expresiones de la mejor moda mundial.

Esta obra excepcional, de caminos entrecruzados, cuenta con bóvedas de vidrio y una cúpula central, espaciosa y elegante, pintada por grandes artistas nacionales como Berni, Spilimbergo, Colmeiro y Castagnino...

Como todo gran proyecto, el Bon Marché argentino sufrió en paralelo con el país y fue víctima de varios abandonos que lo perjudicaron, hasta que en 1989 fue declarado Monumento Histórico Nacional y, posteriormente, entregado en concesión a Galerías Pacifico SA.

El 18 de octubre de 1995 fue inaugurado el Centro Cultural Borges, donde actualmente se ofrece un espacio en el cual convergen muestras plásticas, música, teatro, cine, talleres, video, subastas internacionales, seminarios, tele-conferencias, y muestras interactivas de alta tecnología.

La exposición de Elisetch ésta está formada por 23 fotografías que dan cuenta de la presencia hispánica en Guatemala. Se trata de un valor testimonial que muestra a descendientes de los Mayas bajo el contraste de dos realidades en un mismo paisaje: Símbolos, mitos y creencias, por un lado, y la modernidad tecnológica, por el otro. Además, acompañan a las fotos dos trajes típicos de ésta cultura.

Auspiciados por la Embajada de Guatemala, Infinito Artes y la Universidad de Flores, los trabajos de Martha Elisetch están ubicados en el Pabellón IV del Centro Cultural. Este espacio es un pasillo delimitado por una pared blanca, de un costado, y por ventanas de madera, del otro.

Mientras que todas las fotografías están- a la manera tradicional- colgadas sobre la pared, las ventanas dejan ver algunos locales del centro comercial y, asimismo, a grupos de niñas que ensayan sus pasos de danza. Es decir, el espectador se encuentra entre las dos realidades que reflejan las fotografías ( la pobreza y la tecnología) y, a su vez, entre casas de marcas muy costosas. Un detalle interesante que atrapa tanto a amantes de la filosofía del arte, como a aquellos dueños de una percepción más ingenua.



www.ccborges.org.ar


*Por Daniela Pérez González